La experiencia fue que tuve que quitar el dolor de un niño que se quemó con agua hervida. Mis hijos le habían colocado una pomada para quemadura pero el niño lloraba. Cuando llegué limpié el aura, quité los cordones, llené con dorado e hice que perdure por el tiempo. El niño a los pocos minutos dejó de llorar y se durmió hasta el día siguiente. En su segundo chacra tenía ampollas pero él no tenía dolor y como si no tuviera nada, jugaba. En una semana quedó sano con la cicatriz de la quemadura.AH Froilán, Santa Cruz, Bolivia.
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